Muy cerca de Aranjuez, a poco más de 10 kilómetros siguiendo el margen del Tajo, entre vastos campos de regadío y una pared de riscos nos sorprende una torre en equilibrio. Los restos del castillo musulmán coronan el despoblado de Oreja, una ruina que lucha por resistir en lo alto del promontorio que lo condenó.
Aureliae, era el nombre que tuvo este asentamiento en época romana, dando origen al nombre actual. Debió ser un lugar estratégico relativamente importante, sobre todo siglos después en época musulmana cuando se levantó su torre defensiva para controlar el vado del Tajo, así como para atacar a tropas castellanas en el s.XII.
Fue asediado por Alfonso VII durante meses hasta que el sitio se rindió, recuperándose y poblándose la villa con cristianos. Se restauró su castillo, cedido después a la Orden de Santiago que también lo usaron contra las tropas almohades. Pasó siglos después a los Condes de Colmenar y a los Duques de Frías.
El acceso por el sendero más directo y con más desnivel se adentra entre una cresta y recorre el castillo desde el oeste y por su ladera sur. Entre la roca que lo sostiene todo, se encuentran grandes concentraciones de blandos cristales de yeso.
Tal vez, haya que tomarse con extrema precaución adentrarse más y cargar más peso en este equilibrio. Quizá sea cuestión de meses o poco años, pero el colapso está asegurado en breve.